Me presento
Tengo cinco años, pero, querido editor (porque los lectores me interesáis una mierda; lo que quiero es hacerme rico y famoso), esto no es un cuento para niños. Ni muchísimo menos.
Mi padre me violó hace escasamente dos semanas, y no es que me queje, pero hacer una felación con cinco años –y a tu propio padre; puede parecer un detalle sin importancia, pero os juro que no lo es– no os creáis que es un plato de gusto. El caso es que, como me amenazó con su alfiler de corbata, yo me apliqué a la tarea y, al cabo de dos o tres minutos, los que tardé en encajar el choque emocional, yo ya vi que había nacido para esto, de manera que ni, corto ni perezoso, a la mañana siguiente arrinconé a mi hermano en el cuarto de baño y le provoqué para que abusara de mí, lo que hizo muy gustosamente.
Mi hermano tiene 22 años, es culturista y, ni que decir tiene, le da vuelta y media a mi padre. Pero yo, para no herir susceptibilidades, trato de compaginarlos a ambos, de modo que me he convertido en amante de los dos. Pero no os equivoquéis conmigo: no le he permitido a ninguno que me sodomice, porque todo el mundo sabe que con cinco años la estructura ósea no ha terminado de formarse y la sodomía podría ser muy perjudicial para mi esqueleto (por no hablar de mi recto).
Yo, al principio, me comía mucho el tarro porque pensaba que hacérmelo con mi padre era un poco indecente, pero desde que me enteré que eso lo hacen hasta en las mejores familias o, mejor dicho, especialmente en las mejores familias, me sentí mucho más relajado y mis felaciones ganaron en intensidad porque dejaba al margen toda cortapisa moral.
Os preguntaréis que cómo soy para levantar esos torbellinos de pasión. Eso se responde en un momento: os diré que Tadzio, a mi lado, es una zapatilla rusa. Soy como un querubín con el alma y la boca de una furcia. No me importa que abusen de mí, es más, me encanta. ¿Por qué esperar hasta los quince años para follar cuando puedo hacerlo con cinco? Joe Orton, en sus diarios (os recomiendo su lectura a todos), dice que se folló a un chico con ocho años, y Joe Orton era un escritor con mucho talento.
Como veis, no sólo tengo un cuerpo de diosa pagana, sino también una cultura que echaría de espaldas a Walter Benjamin. Y es que no he perdido el tiempo.
Mi padre me violó hace escasamente dos semanas, y no es que me queje, pero hacer una felación con cinco años –y a tu propio padre; puede parecer un detalle sin importancia, pero os juro que no lo es– no os creáis que es un plato de gusto. El caso es que, como me amenazó con su alfiler de corbata, yo me apliqué a la tarea y, al cabo de dos o tres minutos, los que tardé en encajar el choque emocional, yo ya vi que había nacido para esto, de manera que ni, corto ni perezoso, a la mañana siguiente arrinconé a mi hermano en el cuarto de baño y le provoqué para que abusara de mí, lo que hizo muy gustosamente.
Mi hermano tiene 22 años, es culturista y, ni que decir tiene, le da vuelta y media a mi padre. Pero yo, para no herir susceptibilidades, trato de compaginarlos a ambos, de modo que me he convertido en amante de los dos. Pero no os equivoquéis conmigo: no le he permitido a ninguno que me sodomice, porque todo el mundo sabe que con cinco años la estructura ósea no ha terminado de formarse y la sodomía podría ser muy perjudicial para mi esqueleto (por no hablar de mi recto).
Yo, al principio, me comía mucho el tarro porque pensaba que hacérmelo con mi padre era un poco indecente, pero desde que me enteré que eso lo hacen hasta en las mejores familias o, mejor dicho, especialmente en las mejores familias, me sentí mucho más relajado y mis felaciones ganaron en intensidad porque dejaba al margen toda cortapisa moral.
Os preguntaréis que cómo soy para levantar esos torbellinos de pasión. Eso se responde en un momento: os diré que Tadzio, a mi lado, es una zapatilla rusa. Soy como un querubín con el alma y la boca de una furcia. No me importa que abusen de mí, es más, me encanta. ¿Por qué esperar hasta los quince años para follar cuando puedo hacerlo con cinco? Joe Orton, en sus diarios (os recomiendo su lectura a todos), dice que se folló a un chico con ocho años, y Joe Orton era un escritor con mucho talento.
Como veis, no sólo tengo un cuerpo de diosa pagana, sino también una cultura que echaría de espaldas a Walter Benjamin. Y es que no he perdido el tiempo.
1 Comments:
Monumental. Como la plaza.
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