Thursday, December 02, 2004

Accidentes laborales

El pobre Gorka, del que cada día soy más fan, a pesar de su corte de pelo, ha tenido un accidente laboral. Mi hermana está desolada. Al parecer, estaba jugando con unos petardos –no sé si os acordaréis, pero Gorka trabajaba en una fábrica de fuegos artificiales o en una mina o algo así–, y… ¡pum!… le estallaron en la mano. Se la han volado dos dedos. De cuajo. Entre ellos, corazón (dedo, no víscera). Mi hermana está que trina.

–¡No es justo! Es con el que me hacía las pajas…

–Hija mía –ha susurrado mamá, que hoy se ha levantado un poco indispuesta tras una noche postrada en la cama (bajo el colchón guarda un arsenal de auténtico chinchón y de Marie Brizard, que reserva para las grandes ocasiones)–, puedes dar gracias a Dios: al menos no le han explotado en la boca.

Me temo que mi madre está últimamente de lo más ordinaria. Pero… ¿quién soy yo para reprochárselo?

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