Monday, January 10, 2005

El regreso del hijo pródigo

Bueno, pues al fin apareció mi hermano. Sin prótesis ocular (la ha perdido y no se acuerda cómo). Sin una uña (la ha perdido y no se acuerda cómo). Sin un jersey de Hugo Boss (lo ha perdido y no se acuerda cómo; "a mí, perder un ojo o una uña no me importa; perder un jersey de marca sí… ¡Qué drama!"). Sin móvil. Sin inhibiciones. Sin dinero. Sin memoria.

Mi madre lo recogió –literalmente– en el portal, donde se había quedado un poco traspuesto (en coma, creo que es el término médico). Lo subió en el ascensor y lo metió en la cama.

Mi hermano se levantó 48 horas después. Cuando abrió la puerta, el aire se podía cortar con un cuchillo y ser envasado de nuevo con denominación de origen: 100% La Mancha, 100% Segovia, 100% Farmacia. Cuando abrió la boca, su aliento hubiese sido capaz de marchitar un bouquet de flores de plástico. Cuando abrió las piernas, hasta la frígida de Catherine Deneuve en Repulsión hubiese sentido un vahído (y una patada en los nitos). Cuando abrió los ojos, una cuenca (vacía) nos observaba con un aire de inenarrable perversidad.

Vamos, que está hecho una ruina física, moral y artística (nada más ajado que un chulo ajado). Hermanos así es lo que hacen falta en cualquier familia, porque, por muy execrable que seas –y yo puedo ser verdaderamente abyecto– te dignifican.

La familia. Qué simpática.

1 Comments:

Blogger it said...

Ja, ja, ja... incisivo y letal (como un buen bisturí).
¡cómo eres babylover... que estás dejando esta familia hecha unos zorros!! Ja,ja, jaaaa.

Saf ;-))

January 10, 2005 at 6:59 AM  

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