OMQC: Otro Mito Que Cae
Ayer, La Retorno fue a una fiesta (execrable y muy, muy, muy marica) con pretensiones arty. La Retorno es mi conexión con el mundo glamour, porque como ella es travesti y los maricas están –estamos– tan de moda, pues eso… la invitan con la excusa (supongo) de cubrir el cupo mariquil de toda fiesta que se precie (cupo que, según me ha dicho La Retorno, se ha disparado hasta la estratosfera).
–¿Pero esas fiestas son como una mesa camilla de Ana Rosa?
La Retorno achina los ojos cada vez que le hago la misma pregunta, con mi expresión nº 7: candorosa ingenuidad (expresión muy útil si aspiras a dedicarte a la prostitución de alto standing en el futuro).
–Peor, querido, muuuuuucho peor.
–No sé dónde vamos a parar –apostilla mi entonces mi tía Zita, que es súper homófoba (según ella, “todos los maricones tendrían que arder en la hoguera en una plaza pública” y, después de darme un paseo por la calle Fuencarral –qué pelos, qué pintas, qué tintes, qué teces, cuánta mamarracha suelta que va pidiendo a gritos un juicio sumarísimo–, la verdad es que no le falta razón).
Bueno, pues ayer La Retorno fue a esta fiesta-con-pretensiones –imaginaos: el leit-motif de la noche era nada más y nada menos que una comedia de Shakespeare, chúpate esa, Teresa (Viejo)– y lo primero que escucha al entrar es:
–Entre gibelino y gobelino, yo lo tengo claro. Gobelino 100%. Vamos, a mí una estera… lo que más.
–Pero qué estupidez. ¿Y quién dijo eso?
–Pues quién va a ser… –La Retorno es capaz de reducir sus ojos a dos meras rendijas cuando algo la disgusta– Un periodista.
–¿Marica?
–Ya te lo he dicho: un periodista. No seas redundante.
Y es que La Retorno tiene una teoría: “escarba detrás de un periodista y encontrarás… una periodista”. Y, de nuevo, tengo que volver a darle la razón.
En fin, el caso es que La Retorno se encontró allí con…
–…una alarmante falta de celebrities. Imagínate que la única que había era esa actriz gorda que siempre hace de lela…
–¿Laly Soldevilla?
–No, hombre, no, ésa está muerta. Pepón Nieto. Qué horror de hombre (o lo que sea). Qué ordinario. Qué histérico. Qué paranoico. Imagínate que casi me arranca el moño porque me pilló hablando con DD…
–¿Danielle Darrieux?
–Chico, qué pesado estás con la necrofilia. No, claro que no, aunque ahora que lo dices, sí que le daba cierto aire a Danielle Darrieux, sí. No entiendo por qué la gente se tiñe de rubio platino, la verdad es que no lo entiendo. Sobre todo los ga(y)rrulos. Me refería a David Delfín…
–¿El plagiario?
–Bueno, mmmmm, reconozco que su última colección y la Dries van Noten guardaban alguna similitud, sí…
–¿Alguna similitud? Jajajajaja. Ay, qué risa, tía Felisa.
–En fin, el caso es que allí estaba esa actriz obesa y con un cutis que no te imaginas, intentando arrebatarme el protagonismo… ¡¡¡a mí!!!
–Qué ingenuo.
–Y qué lo digas. ¿Pero cuándo aprenderán las actrices de reparto que si las llaman secundarias es por algo?
–Pues nunca, chica. Jamás. Las actrices de reparto son, con diferencia, mucho más insufribles que las prima-donnas. No hay más que darse una vuelta por una cafetería de barrio para darse cuenta.
Y es que La Retorno tiene otra teoría sobre el gremio hostelero: “Escarba detrás de un camarero y encontrarás a una actriz”.
–Pero de reparto, ¿eh?, de reparto –matiza–. En fin, el caso es que allí estaba ella, gritando como una perdularia en pleno ataque del baile de San Vito cuando no me quedó más remedio que darle un guantazo.
–Y él, ¿cómo reaccionó?
–Pues eso es lo más curioso. Reaccionó divinamente. Claro, cuando te levantas cada mañana y lo primero que ves al mirarte al espejo es esa cara y esos dientes y esas bolsas y ese pelo…, pues, claro, recibir un bofetón en plena cara debe ser como de lo más cotidiano.
–Seguro –y, tras una pausa, he adoptado la expresión nº 4, decorosa expectación (pero sin pasarse; jamás debes excederte con esta expresión o parecerá que, más que envidia, lo que tienes es un ataque fulminante de aerofagia) y he preguntado:– ¿Y cómo son los famosos de cerca?
–Pues hijo, exactamente iguales que la gente normal: borrachos y drogadictos.
–Pues sí, como mi familia.
–Mismamente.
Otro mito que cae…
–¿Pero esas fiestas son como una mesa camilla de Ana Rosa?
La Retorno achina los ojos cada vez que le hago la misma pregunta, con mi expresión nº 7: candorosa ingenuidad (expresión muy útil si aspiras a dedicarte a la prostitución de alto standing en el futuro).
–Peor, querido, muuuuuucho peor.
–No sé dónde vamos a parar –apostilla mi entonces mi tía Zita, que es súper homófoba (según ella, “todos los maricones tendrían que arder en la hoguera en una plaza pública” y, después de darme un paseo por la calle Fuencarral –qué pelos, qué pintas, qué tintes, qué teces, cuánta mamarracha suelta que va pidiendo a gritos un juicio sumarísimo–, la verdad es que no le falta razón).
Bueno, pues ayer La Retorno fue a esta fiesta-con-pretensiones –imaginaos: el leit-motif de la noche era nada más y nada menos que una comedia de Shakespeare, chúpate esa, Teresa (Viejo)– y lo primero que escucha al entrar es:
–Entre gibelino y gobelino, yo lo tengo claro. Gobelino 100%. Vamos, a mí una estera… lo que más.
–Pero qué estupidez. ¿Y quién dijo eso?
–Pues quién va a ser… –La Retorno es capaz de reducir sus ojos a dos meras rendijas cuando algo la disgusta– Un periodista.
–¿Marica?
–Ya te lo he dicho: un periodista. No seas redundante.
Y es que La Retorno tiene una teoría: “escarba detrás de un periodista y encontrarás… una periodista”. Y, de nuevo, tengo que volver a darle la razón.
En fin, el caso es que La Retorno se encontró allí con…
–…una alarmante falta de celebrities. Imagínate que la única que había era esa actriz gorda que siempre hace de lela…
–¿Laly Soldevilla?
–No, hombre, no, ésa está muerta. Pepón Nieto. Qué horror de hombre (o lo que sea). Qué ordinario. Qué histérico. Qué paranoico. Imagínate que casi me arranca el moño porque me pilló hablando con DD…
–¿Danielle Darrieux?
–Chico, qué pesado estás con la necrofilia. No, claro que no, aunque ahora que lo dices, sí que le daba cierto aire a Danielle Darrieux, sí. No entiendo por qué la gente se tiñe de rubio platino, la verdad es que no lo entiendo. Sobre todo los ga(y)rrulos. Me refería a David Delfín…
–¿El plagiario?
–Bueno, mmmmm, reconozco que su última colección y la Dries van Noten guardaban alguna similitud, sí…
–¿Alguna similitud? Jajajajaja. Ay, qué risa, tía Felisa.
–En fin, el caso es que allí estaba esa actriz obesa y con un cutis que no te imaginas, intentando arrebatarme el protagonismo… ¡¡¡a mí!!!
–Qué ingenuo.
–Y qué lo digas. ¿Pero cuándo aprenderán las actrices de reparto que si las llaman secundarias es por algo?
–Pues nunca, chica. Jamás. Las actrices de reparto son, con diferencia, mucho más insufribles que las prima-donnas. No hay más que darse una vuelta por una cafetería de barrio para darse cuenta.
Y es que La Retorno tiene otra teoría sobre el gremio hostelero: “Escarba detrás de un camarero y encontrarás a una actriz”.
–Pero de reparto, ¿eh?, de reparto –matiza–. En fin, el caso es que allí estaba ella, gritando como una perdularia en pleno ataque del baile de San Vito cuando no me quedó más remedio que darle un guantazo.
–Y él, ¿cómo reaccionó?
–Pues eso es lo más curioso. Reaccionó divinamente. Claro, cuando te levantas cada mañana y lo primero que ves al mirarte al espejo es esa cara y esos dientes y esas bolsas y ese pelo…, pues, claro, recibir un bofetón en plena cara debe ser como de lo más cotidiano.
–Seguro –y, tras una pausa, he adoptado la expresión nº 4, decorosa expectación (pero sin pasarse; jamás debes excederte con esta expresión o parecerá que, más que envidia, lo que tienes es un ataque fulminante de aerofagia) y he preguntado:– ¿Y cómo son los famosos de cerca?
–Pues hijo, exactamente iguales que la gente normal: borrachos y drogadictos.
–Pues sí, como mi familia.
–Mismamente.
Otro mito que cae…
3 Comments:
¡Y con mucha teta!
Quien regatea en tetas, es porque no las merece.
Eso si que es una verdad, manuel, y no las del barquero.
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