Forajida de leyenda
Mi hermana lo ha logrado. Al fin es una fuera de la ley. Una forajida en toda regla. Una outsider. Carne de presidio. Y todo, gracias al amor. Ay, el amor…
-Os presento a mi novio. ¿A que es divino? Se llama Gorka y trabaja en una fábrica de fuegos artificiales o algo parecido, ¿verdad? ¿O era en una mina? No sé. Algo de pólvora y explosivos -la cara de mamá empieza a distorsionarse un poco-, si no recuerdo mal. ¿No os parece guapísimo? -me temo que a mamá no se lo parece-. Y tiene una colección de pasamontañas que no os quiero ni contar. Claro, como es del País Vasco-perdón-Euskadi, y allí hace tanto frío. Natural, ¿no? -la cara de mamá ya es un poema en prosa (algo épico tipo La chanson de Roland)-. Gorka, ven aquí, no seas así. Es que es súper tímido, ¿sabéis? Por eso, en cuanto intento presentarle a alguna de mis amigas sale pitando. Y no creáis que luego es fácil encontrarle, porque cambia de piso como de camisa. Bueno, de camisa no, porque siempre tiene la misma: de franela, con esos cuadros y esas pelotillas… Es que no lo entiendo. ¿Cómo teniendo tantos pasamontañas tiene tan pocas camisas? Pero a mí de da igual, porque estoy loquita por él.
La cara de mamá es ya un soneto, un poema macabro, la danza de la muerte.
-Pero, hija mía, ¿CÓMO se te ocurre?
-Es que, mamá, no sabes cómo folla…
Ya lo dice mi tía Zita: la raíz de todos los males está en la entrepierna. También es verdad que suele añadir: “¿Y tú por qué no te cortas la colita y te apuntas a una escolanía?”, pero esta segunda parte prefiero no tenérsela en cuenta.
-Os presento a mi novio. ¿A que es divino? Se llama Gorka y trabaja en una fábrica de fuegos artificiales o algo parecido, ¿verdad? ¿O era en una mina? No sé. Algo de pólvora y explosivos -la cara de mamá empieza a distorsionarse un poco-, si no recuerdo mal. ¿No os parece guapísimo? -me temo que a mamá no se lo parece-. Y tiene una colección de pasamontañas que no os quiero ni contar. Claro, como es del País Vasco-perdón-Euskadi, y allí hace tanto frío. Natural, ¿no? -la cara de mamá ya es un poema en prosa (algo épico tipo La chanson de Roland)-. Gorka, ven aquí, no seas así. Es que es súper tímido, ¿sabéis? Por eso, en cuanto intento presentarle a alguna de mis amigas sale pitando. Y no creáis que luego es fácil encontrarle, porque cambia de piso como de camisa. Bueno, de camisa no, porque siempre tiene la misma: de franela, con esos cuadros y esas pelotillas… Es que no lo entiendo. ¿Cómo teniendo tantos pasamontañas tiene tan pocas camisas? Pero a mí de da igual, porque estoy loquita por él.
La cara de mamá es ya un soneto, un poema macabro, la danza de la muerte.
-Pero, hija mía, ¿CÓMO se te ocurre?
-Es que, mamá, no sabes cómo folla…
Ya lo dice mi tía Zita: la raíz de todos los males está en la entrepierna. También es verdad que suele añadir: “¿Y tú por qué no te cortas la colita y te apuntas a una escolanía?”, pero esta segunda parte prefiero no tenérsela en cuenta.
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