Que el Señor (Dios… o quien sea, tampoco soy escrupuloso) me ampare
Por el momento, queridos, no puedo desvelar nada. Sólo os diré que mi madre se ha quedado de piedra cuando le han quitado las vendas a mi hermana.
–¡Santísimo Cristo de Medinaceli! –exclamó, antes de perder el conocimiento.
–¡María Santísima del Sagrado Paño! –coreó mi tía Zita, también a punto de perder el equilibrio.
–¡Hostias! –el único ojo de mi hermano se mantuvo a duras penas dentro de su órbita.
–Ay, Dios…
Incluso el médico palideció un poco.
–¿No les gusta? Siempre se puede cambiar, pero es lo que su madre me trajo…
Está claro. Mamá tiene que dejar de beber ¡YA!
–¡Santísimo Cristo de Medinaceli! –exclamó, antes de perder el conocimiento.
–¡María Santísima del Sagrado Paño! –coreó mi tía Zita, también a punto de perder el equilibrio.
–¡Hostias! –el único ojo de mi hermano se mantuvo a duras penas dentro de su órbita.
–Ay, Dios…
Incluso el médico palideció un poco.
–¿No les gusta? Siempre se puede cambiar, pero es lo que su madre me trajo…
Está claro. Mamá tiene que dejar de beber ¡YA!
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