Monday, September 13, 2004

De Baby Killer a Mary Poppers

Tras este fin de semana, puedo decir que:

a) Estoy súper a favor del maltrato infantil.

b) Estoy súper a favor del maltrato infantil.

y c) Estoy súper, pero súper a favor del maltrato infantil.

O sea, ¿quién coño quiere tener hijos? ¿Quién quiere adoptar? ¿Pero quién, en su sano juicio, se atreve a predicar las virtudes de la paternidad responsable (es más, las palabras paternidad y responsable nunca, jamás, deberían de poder conjugarse en una misma frase)? ¿Quién quiere perpetuarse? ¿Quién, Dios mío, quién? Cuatro inconscientes. Y cuatro maricas (cuatro maricas inconscientes, además, que también querrán casarse, comprar una mesa-camilla en Ikea y ponerse mechas, seguro).

Yo, si tengo que elegir un dios al que rendir culto, me quedo con Saturno. Una criatura que devora a sus hijos no puede ser mala.

Eso sí, algo se salva del fin de semana. Otra bonita, pero algo herética, reflexión teológica de mi madre (tras casi una botella de Marie Brizard):

–Pues yo, qué quieres que te diga, que a mí lo de María Magdalena y Jesucristo… Porque es lo que yo digo, ¿a qué viene eso de lavarle el pelo con la melena? Para mí que ahí había algo.

En fin… Lo de mi hermana sigue en suspenso. Mientras tanto, mi hermano aún no ha aparecido (se fue el jueves). Yo le he devuelto sus hijos a la vecina, disculpándome por la quemadura del pequeño (al fin y al cabo, no hay por qué armar tanto escándalo; hoy por hoy, con la cirugía…), pero la muy perra se ha puesto a dar berridos como una loca y ya no ha habido manera de hacerla entrar en razón. Papá también está que trina, porque mi tía Helga (née Vicente) amenaza con instalarse en casa mientras encuentra un "nidito agradable donde poder estar a solas con mis fantasmas y mis bibelots" ("seguramente, forrado de chintz; ya apuntaba maneras desde niño", ha apostillado mi madre con un gesto de lo más torvo).

La familia. Mmmmmm.

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