Otra vez de viaje: qué sinvivir
“La invención, debe admitirse humildemente, no consiste en crear desde el vacío, sino desde el caos (...). La invención consiste en la capacidad de atrapar las posibilidades de un tema y en el poder de moldear y dar forma a las ideas que sugiere”. Palabra de Mari-Chely.
La Mary Shelley, aunque no la cronología se alió en contra de ella, es como si hubiese conocido a mi hermana desde el kinder, porque esa cita es talmente su biografía. Vacío y caos. Caos y vacío. Su vida y su mente.
Desesperada por tener el mismo careto que la mujer que ha denunciado a Zapatitos por venderse al lobby gay –creo que se refería al vestíbulo, o mejor dicho, al recibidor de ese hotel de la calle Almagro en el que te dan un meneo cuando pides en recepción la llave de la 002–, cogió un pisapapeles de cuarzo y se lo restregó por la cara en plan microdermoabrasión. Lo de micro y dermo, en fin…; pero lo de abrasión, sí; abrasión a lo bestia. Vamos: a saco Paco. Al parecer, se ha dejado la cara hecha un Pollock. Gorka, desesperado, ha llamado a casa, para ver si mamá puede llevarla a una clínica de pago o algo. Mamá, que ya tiene fecha para lo de sus cartucheras, le ha dicho que si quieres arroz, Catalina.
–Llévala tú, que para eso estás en una secta satánica. Seguro que te pagan una pasta por profanar sagrarios y mearte en las hostias consagradas.
–Señora, haga el favor de hablarme con un poco más de respeto, que soy el marido de su hija.
–¡¿Cómo?!
La sangre se ha retirado del rostro de mamá como si fuese la Santa Faz.
–Su hija y yo nos hemos casado.
–No me lo creo.
–Francamente, señora, me importa un bledo si se lo cree o no. A mí lo único que me importa en este momento es que la madre de mi hijo tiene la cara hecha papilla.
–¡¡¡¿¿¿Cómorrrrrrr???!!!
Cuando mamá habla como Chiquito de la Calzada es que hay que empezar a preocuparse.
–Sí, señora, su hija está embarazada. ¿Puedo llamarla abuela?
–¿Y yo puedo llamarte pezado-de-cabrón-hijo-de-puta?
–Pues claro, estamos en familia.
Mamá ha colgado el teléfono y, poniéndose de rodillas, ha exclamado:
–Ay, Dios mío, qué Gólgota –e, incorporándose (más o menos), ha añadido–. Hijo mío, haz las maletas. Nos vamos al Santo Reino.
–¿Y qué se me ha perdido a mí en esa tierra infame?
–Vamos ante las Santas Reliquias, no las de tu primo Remy, sino las de verdad, el auténtico paño de la Verónica.
–Pero… ¿para qué?
–Hijo mío, para lo que tengo en mente no puedo recurrir a aficionados, sino a un profesional: Jesucristo.
–Mamá, ¿qué has bebido?
–¡Haz el equipaje! Ya discutiremos por el camino.
Dicho y hecho. Allá voy. Rumbo al Sur. Jesús, qué sinvivir…
La Mary Shelley, aunque no la cronología se alió en contra de ella, es como si hubiese conocido a mi hermana desde el kinder, porque esa cita es talmente su biografía. Vacío y caos. Caos y vacío. Su vida y su mente.
Desesperada por tener el mismo careto que la mujer que ha denunciado a Zapatitos por venderse al lobby gay –creo que se refería al vestíbulo, o mejor dicho, al recibidor de ese hotel de la calle Almagro en el que te dan un meneo cuando pides en recepción la llave de la 002–, cogió un pisapapeles de cuarzo y se lo restregó por la cara en plan microdermoabrasión. Lo de micro y dermo, en fin…; pero lo de abrasión, sí; abrasión a lo bestia. Vamos: a saco Paco. Al parecer, se ha dejado la cara hecha un Pollock. Gorka, desesperado, ha llamado a casa, para ver si mamá puede llevarla a una clínica de pago o algo. Mamá, que ya tiene fecha para lo de sus cartucheras, le ha dicho que si quieres arroz, Catalina.
–Llévala tú, que para eso estás en una secta satánica. Seguro que te pagan una pasta por profanar sagrarios y mearte en las hostias consagradas.
–Señora, haga el favor de hablarme con un poco más de respeto, que soy el marido de su hija.
–¡¿Cómo?!
La sangre se ha retirado del rostro de mamá como si fuese la Santa Faz.
–Su hija y yo nos hemos casado.
–No me lo creo.
–Francamente, señora, me importa un bledo si se lo cree o no. A mí lo único que me importa en este momento es que la madre de mi hijo tiene la cara hecha papilla.
–¡¡¡¿¿¿Cómorrrrrrr???!!!
Cuando mamá habla como Chiquito de la Calzada es que hay que empezar a preocuparse.
–Sí, señora, su hija está embarazada. ¿Puedo llamarla abuela?
–¿Y yo puedo llamarte pezado-de-cabrón-hijo-de-puta?
–Pues claro, estamos en familia.
Mamá ha colgado el teléfono y, poniéndose de rodillas, ha exclamado:
–Ay, Dios mío, qué Gólgota –e, incorporándose (más o menos), ha añadido–. Hijo mío, haz las maletas. Nos vamos al Santo Reino.
–¿Y qué se me ha perdido a mí en esa tierra infame?
–Vamos ante las Santas Reliquias, no las de tu primo Remy, sino las de verdad, el auténtico paño de la Verónica.
–Pero… ¿para qué?
–Hijo mío, para lo que tengo en mente no puedo recurrir a aficionados, sino a un profesional: Jesucristo.
–Mamá, ¿qué has bebido?
–¡Haz el equipaje! Ya discutiremos por el camino.
Dicho y hecho. Allá voy. Rumbo al Sur. Jesús, qué sinvivir…
3 Comments:
Hombre, felicidades que vas a ser tío.
Sé que tal vez preferirías ser tía, pero qué se le va a hacer.
¿Qué en España no conocen los anticonceptivos y los lifting?
This comment has been removed by a blog administrator.
Cuando Mary Shelley encontro el cadaver de su marido (mes i pico despues de su muerte) putrefacto en la playa,le arranco el corazon, lo envolvió con un pañuelo y se lo llevo a casa. Tuvo el corazon encima de su escritorio hasta que se deshizo. La casa apestaba tanto que no se podía ni entrar casi. Lord Byron, que iba con ella cuando encontraron el cadaver de P.B.Shelley, quería quedarse con el craneo para tenerlo de recuerdo, pero Mary no le dejó arrancarle la cabeza.
Post a Comment
<< Home