Tuesday, September 14, 2004

Yo & Yo

Hoy, mientras me miraba al espejo, el reflejo me ha guiñado un ojo legañoso y me ha sacado la lengua saburrosa, una lengua que no es la mía, antes de ponerse en jarras para reprenderme mi pasividad –en todos los sentidos (supongo)– de los últimos días.

–¿Pero a qué esperas para tomar las riendas de tu vida? –mi reflejo es casi idéntico a mí, pero tiene un tono ligeramente más bronco que el mío, que mi madre, en sus peores momentos, define como "voz maricochillona"; mi reflejo, en cambio, tiene una voz rota, como de cabaretera de vuelta de todo (incluidas varias bodegas y figones baratos).

–Pues a tener una vida. Por el momento, como comprenderás, poco puedo hacer. Ya me dirás tú si con cinco años…

–A tu edad Mozart ya daba conciertos.

–Pero no comía pollas.

–Eso no. Pero comer pollas no es un Plan de Vida, ¿sabes?

–¡¿Cómo que no?! -ha saltado, como si me hubieran arrancado una uña con unas tenazas al rojo vivo–. ¿Y qué me dices de tantas y tantas princesas morganáticas? ¿Y de Tita Cervera?

Por un momento, mi reflejo ha vacilado, pero es realmente muy obstinado, así que ha vuelto a la carga, sin piedad.

–No creas que con un razonamiento tan pobre vas a…

–¿Pobre? La Historia de la Humanidad, empezando por la Biblia, está llena de casos que demuestran que una felación es el primer paso hacia una revolución.

–Eres un imbécil.

–Y tú, un maleducado. Y muy mala persona, además.

–Pues soy tu reflejo, así que ya me contarás…

La verdad es que esta discusión, al lado de lo que tenemos en casa, no es más que una raya en el agua. Mamá está harta de hablar no sólo con los espejos, sino con los retratos de su familia distribuidos a lo largo y ancho del piso, sobre todo en el pasillo.

–Hijo mío, tú no te preocupes. Lo que te ha pasado es de lo más normal.

–¿Tú crees? ¿No será que me está saliendo un brote de neurosis? No me extrañaría nada. Ya sabes tú que en la familia hay una vena de locura que…

–Eso es en la de tu padre. En la mía, jamás.

–Pero ¿qué dices? ¿Y lo tuyo con las medias?

–Te prohíbo terminantemente que critiques mis medias. Jamás me han dado un mal consejo.

Sí, mi madre también habla con sus medias. Me temo que mamá es demasiado comunicativa. Y lo cierto es que tampoco le dieron un mal consejo cuando se quedó embarazada: abortar.

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