Tuesday, October 05, 2004

Sospechas

Anoche oí un gemido sofocado, algo así como un llanto ahogado –ha dicho mi madre, mientras se sentaba encima del sistema de la sonda de oxígeno de mi hermano, que durante un momento se ha puesto cianótico perdido–. Yo creo que en esta clínica practican abortos clandestinos.

A mi tía Zita se le han puesto los pelos como escarpias cuando ha oído la palabra aborto. Ella es súper partidaria del Control de Natalidad 0. De hecho, ella fue una de las pioneras en tirar la casa por la ventana y poblar la casa de hijos a diestro y siniestro. Según mi madre, “tú llegabas a su casa y no sabías dónde acababan los muebles y empezaban sus hijos”. Lástima que luego, en cuanto tuvieron la edad legal para, por ejemplo, votar –o abortar libremente (según algunos rumores, muy extendidos en la rama más sediciosa de su familia)–, casi todos ellos pusieron pies en polvorosa.

–Yo pensaba, señora –ha terciado La Retorno en un aparte–, que a estas alturas lo de los abortos clandestinos había quedado un poco atrás.

Mi hermana, que tiene un master en abortos clandestinos, ha cambiado rápidamente de conversación.

–Tía, ¿y qué dice la Biblia de lo mío?

–Ah, de lo tuyo no sé, porque yo la Biblia sólo la consulto para temas de interés, no por frivolidad.

–¿Y de esa pobre mujer? –ha preguntado mi madre, con un filo di voce.

–¿De la asesinadita? –mi tía Zita ha abierto su bolso y ha sacado su Biblia de cabecera, la ha abierto al azar y ha leído:– No te fíes de los hombres bajitos.

–¿Eso dice la Biblia? –mi madre, en materia de buenaventura, es francamente escéptica-

–Bueno, tal vez no –ha admitido–. Pero no tengo las gafas de cerca y te digo una cosa: mi experiencia vital me dice que nunca, jamás debes de fiarte de los hombres pequeños.

–¿Y eso por qué?

–El difunto, sin ir más lejos. Y mis hijos. Y España. Por no hablar de los niños… La gente bajita es perversa, te lo digo yo. Te lo digo yo y lo dice Dios, con el que, como sabes, tengo conexión prácticamente directa.

–¿Y las Escrituras?

–El Levítico dice que el asesino era bajito. Y el Levítico es infalible.

–Sobre todo para los crímenes –ha apostillado La Retorno.

Ha sido como si una mano de hielo tocase a mi tía Zita allí donde no luce el sol.

–¿Y qué sabe usted del Levítico?

–Yo, señora, de la Biblia me lo sé todo al dedillo. ¿No sabía usted que pasé por un seminario?

–Jesús, ¿dónde vamos a ir a parar?

–A un papa con alzacuellos rosa –ha sentenciado LaRe con su tono más apocalíptico.

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