Tuesday, September 28, 2004

Con la mosca… (2)

Mi madre, como ya comenté ayer, está con la mosca detrás de la oreja. Una pena. Si supiese realmente… Pero mejor no. Mucho mejor que no.

Ayer encontraron el otro brazo (lo que quedaba de él, porque un grupo de homeless se había hecho un puchero à la strogonoff después de encontrarlo en la puerta de una tienda de delicatessen; lo tomaron por un jamón de Bayona y se lo comieron con una salsa de vinazo y cebolla; en realidad, con lo que quedaba del vinazo, una gota, vamos), con lo que ya no creo que aparezcan más. A no ser que la mujer sea la reencarnación de la diosa Shiva. De las manos y los pies no se sabe nada, con lo que la identificación parece que va a ser un poco difícil: sin cabeza y sin huellas dactilares ya me contarás.

Mamá está que se sube por las paredes. Sigue erre que erre con que hay algo que le suena. Y que le suena, y que le suena, y que le suena…

–Joder, qué pesada. Es un cadáver, no un pick-up.

–¿Qué sabrás tú de eso?

–¿De cadáveres o de pick-ups?

–De las dos cosas.

–Mucho. Soy carne de hemeroteca –y de homoroteca, pero eso ella no tiene por qué saberlo.

Para mí, que ésta es capaz de denunciarme.

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