¿Familia o piromanía? (2)
Combustión espontánea. En palabras de mi tía Adela, “Así, en principio, puede sonar un poco excéntrico, pero es un fenómeno mucho más común de lo que la gente cree”. Mi tío Aloisio empezó a tener sofocos un martes por la tarde. El miércoles había ardido hasta las cenizas. Literalmente. Cuando su mujer se levantó, se encontró con la cama gemela chamuscada y ni rastro de su marido.
–Habrá quien crea que salió a por tabaco y nunca más se supo –replicó la tía Adelita ante la expresión un tanto escéptica de mi hermana– , pero yo sé lo que pasó: combustión espontánea. Tu tío siempre tuvo una temperatura corporal que no era normal de ninguna de las maneras. Por eso dormíamos en camas separadas; bueno, por eso y porque tenía un problema de aerofagia verdaderamente terrible. En los últimos meses le daban unos sofocos, unos subidones… Al final, el pobre, ardió como una tea.
–Pero ¿tú estás segura?
–Segurísima.
Bueno, pues al final ha resultado que, aunque en la familia la tía Adelita siempre ha tenido fama de pirada –se especulaba incluso con la posibilidad de que ella misma hubiese prendido fuego a su marido y después se hubiese deshecho de él–, estaba en lo cierto: la combustión espontánea “existe y es mucho más común de lo que la gente cree”. Y como muestra, un botón: mi tía Adelita se ha quemado a lo bonzo en la puerta del centro de salud de su barrio.
–Me niego a consumir genéricos. Antes prefiero arder en el infierno.
Dicho y hecho.
–Habrá quien crea que salió a por tabaco y nunca más se supo –replicó la tía Adelita ante la expresión un tanto escéptica de mi hermana– , pero yo sé lo que pasó: combustión espontánea. Tu tío siempre tuvo una temperatura corporal que no era normal de ninguna de las maneras. Por eso dormíamos en camas separadas; bueno, por eso y porque tenía un problema de aerofagia verdaderamente terrible. En los últimos meses le daban unos sofocos, unos subidones… Al final, el pobre, ardió como una tea.
–Pero ¿tú estás segura?
–Segurísima.
Bueno, pues al final ha resultado que, aunque en la familia la tía Adelita siempre ha tenido fama de pirada –se especulaba incluso con la posibilidad de que ella misma hubiese prendido fuego a su marido y después se hubiese deshecho de él–, estaba en lo cierto: la combustión espontánea “existe y es mucho más común de lo que la gente cree”. Y como muestra, un botón: mi tía Adelita se ha quemado a lo bonzo en la puerta del centro de salud de su barrio.
–Me niego a consumir genéricos. Antes prefiero arder en el infierno.
Dicho y hecho.
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