En breves momentos, más.
[Primera entrega]
Mi vida sigue por los mismos derroteros, pero con una novedad. He descubierto, o mejor dicho, me he reconciliado con la lluvia dorada. Muy agradable. Calentita. Muy para el invierno. ¿Qué huele mal? Pues no te diré que no. Un poco. Pero tiene muchas más ventajas que inconvenientes. Y es totalmente ecológica, además.
Por lo demás, mi hermana está mucho más calmada. La llevamos al médico, que nos dijo que se trataba de un embarazo psicológico, lo que nos sorprendió a todos; es más, nos dejó de estuco, porque si hay algo que mi hermana no ha tenido jamás ha sido psique.
Por lo menos se le ha pasado la barraquera del rollo sibila délfica. No podíamos más. De verdad que convivir con Herófila es un auténtico es-pan-to: todo el día dándote la brasa con Troya para arriba, Troya para abajo, cuidado con la equitación y los caballos de formica, que si esta temporada se llevará el verde lima, que si mucho ojo con Plokhov y Zac Posen, etc., etc., etc. Vamos, un horror. Gracias a Dios ha vuelto a ser la misma: pilingui & analfabeta. Un descanso para la mente… y una agresión constante para la retina.
De mi hermano… Pues en su línea: salió el día 24, después de cenar, y hasta después de Reyes para nosotros es como si se lo hubiese tragado el tsunami. Es más, algo seguro que se lo ha tragado en sentido más que literal, de eso no me cabe la menor duda. Eso sí, una cosa os digo: si veis un Papa Noel culturista con un parche de Louis Vuitton falso sobre el ojo derecho, huid de él como de la peste bubónica, porque cuando mi hermano se coloca es aún más ga(y)rrulo que habitualmente.
Papá y mamá siguen también en su línea (descendente): se aborrecen. Eso de que el cariño llega a un matrimonio cuando los esposos han acabado por odiarse ferozmente es una filfa del tío Oscar. Lo único que llega al matrimonio cuando los esposos se odian ferozmente es rencor, encono y algo muy parecido a la piromanía (hubo un incidente el día 25 con una vela que, accidentalmente, prendió la bata de papá que ya relataré en otro momento; sólo diré una cosa: puede que en la Edad Media considerasen la simetría obra de Astaroth, pero la asimetría facial en pleno siglo XXI sí que es diabólica).
Mi tía Zita vino a hacernos una visita el día 28 de diciembre vestida de Bárbara de Braganza (con faltriquera y todo). ¿Inocentada? Pues no. Sigue completamente trastornada después del golpe, y hay que reconocer que, como Bárbara de Braganza, gana mucho más: está más relajada, más simpática, con mejor cutis… Lo de la higiene lo lleva un poco peor, así como muy espesa, pero, bueno, como lleva capas y capas de terciopelo, brocados, camisas y soprepellices tampoco da mucho el cante.
La Retorno ha empezado el año renovándose completamente: se ha hecho un peeling y tiene la cara como si le hubiesen pegado una paliza. Es más, yo creo que le han pegado una paliza. Y pagada. La Retorno no suelta prenda, pero creo que está en plan crossover y se ha liado la manta a la cabeza como en el anuncio de Sunsilk. O sea: que le va la marcha. Ya veremos en qué queda todo. Un hematoma es un hematoma aunque te pintes como una puerta.
¿Y yo? Pues yo… Mmmmmm… Digamos que algo hay. Algo maravilloso. Pero, claro, es que yo tengo una facilidad para colgarme de un tío que ni una alcayata. Seis años y madurez cero. Qué drama.