Tuesday, November 30, 2004

Ante los abismos

Nuevas dudas atenazan mi alma. Consulto a la única persona que me merece un poco de crédito y he aquí su consejo:

La Retorno: Como dijo Hugo de San Víctor, no saltes si no quieres caer en el precipicio.

Yo: Pero es que yo quiero caer en el precipicio.

LR: En ese caso, espera: si es preciso yo misma te daré un empujoncito…

Allá voy. Directo al estrellato. Literal.

Monday, November 29, 2004

Algunas reflexiones y una duda existencial

En los últimos días, mi vida ha sido un torbellino. O mejor dicho: un huracán. O, como diría La Retorno, un Harry Kane. ¿Y qué es lo que he sacado en claro tras cuatro días orgiásticos que me han dejado el cutis para el arrastre (¡aparento mi edad! ¡Qué drama!)? Pues algo que ya tenía muy claro hace mucho, mucho tiempo, casi desde el mismo momento en que fui fecundado en el seno materno. Y mi conclusión es la siguiente:

Reflexión nº 1: A mí, que den una hostia mientras chupo una polla no me pone. Pero nada. A otros sí, a mí no. A mí, que pongan a mi nombre una villa (favorita) mientras chupo una polla me pone. Pero mogollón. ¿Me convierte eso en una persona fría y sin corazón? ¿Sí? Pues ya ves tú el disgusto…

Aunque siempre podríamos añadir otra:

Reflexión nº 2: Si el hombre tiene cierta tendencia a caer dos veces en la misma piedra, yo debo ser picapedrero.

Y una última, mmmm, no-ya-reflexión-sino-duda, que me corroe como el ácido prúsico:

Duda vital: ¿Por qué los ex alumnos del Master de El País tienden a desprender ese mefítico olor a reprobación moral, como obispos episcopalianos, ante todo lo que sea una celebración de la vida? ¿Les dan un alzacuellos almidonado (con curare) al entrar en el seminario de periodismo paulino o lo llevaban ya antes, junto al kit anillo de sello & prejuicios de clase (o déclassé)?

La Retorno calla. Ella también pasó por allí –como por casi todas partes– y prefiere guardar un discreto silencio (a juego con su base de maquillaje). El silencio… Ay, qué hermosa virtud de la que carezco…

Thursday, November 25, 2004

Proyectos para el futuro. ¿Qué tal una granja de cadáveres?

El amor es un asco. Lo digo en sentido meramente estético. Mi hermana, por ejemplo, desde que se enamoró de Gorka ha dejado de depilarse los sobacos. Yo es que no me lo explico…

Gracias a Dios, La Retorno viene en mi ayuda:

–Cariño, la culpa no es de Gorka. La culpa es del amor.

–Pues eso, que es un asco.

En fin, el caso es que mi hermana ha empezado también a adoptar un look guerrillero-capilar de lo más escalofriante.

–Es que nacionalismo y malos pelos están directamente relacionados, ¿no lo sabías?

–Pues no. Es que como yo no tengo conciencia social…

–Claro. Bastante tienes con ser modelo porno.

–Modelo porno en paro, si no te importa.

–¿Y la policía aún no te ha detenido?

–¿A mí? ¿Y por qué?

–Por inducción al vicio.

–Yo en mi casa se la chupo a quien me da la gana.

–¿Y a tu padre?

–Pero, bueno, si un padre ya no va a poder abusar de sus hijos, yo es que no sé a qué tipo de civilización nos dirigimos. Pero si el incesto está en los cimientos de nuestra civilización. Está hasta en la Biblia, vamos*.

–Cariño, pero es que la gente no lee la Biblia. ¿No te habías dado cuenta?

–La gente no lee. Y punto.

–Y ahora, ¿qué vas a hacer?

–Yo había pensado dedicarme a la literatura. Como soy un poco puta…

–Pero no eres analfabeta y eso te va a cerrar muchas puertas. Desde luego, ya te puedes despedir del Planeta.

–Pues ya me dirás…

–Yo te recomendaría abrir una fábrica de cadáveres.

–Pero exquisitos.

–Ah, claro. Eso siempre. Si tienes que tener un muerto en el armario (o en la granja), que sea exquisito.

–Pues nada. Ante mí se abre…

–…un nuevo y fascinante mundo deletéreo.

Pues eso.

*[Fascinante: Lot embriagado por sus hijas, dos guarras con ganas de marcha. Raboterapia, sí. O sea, todo queda en casa. Huy, este niño me ha salido con carita de luna llena... Pues a mí, el mío me ha salido buenísimo, buenísimo, buenísimo: lo único que hace es comer, dormir y babear. ¿Y qué edad tiene, cariño? 37 años. ¿Y a qué se dedica? Es concejal de Urbanismo. ¿De uranismo? Bueno, quien esté libre de pecado…]

Wednesday, November 24, 2004

Indignación (lógica)

Y digo yo… Si la Policía detiene a mis futuros clientes, ¿cómo piensan que voy a ganarme la vida? Es que me condenan al incesto. Y eso sí que no, no voy a estar toda la vida circunscrito al hogar. Yo aspiro a ser internacional y montarme un emporio… ¿Y qué hace la policía? Cortarme las alas. ¡Qué bonito está eso, coño! O sea, que uno tiene iniciativa y cuando empieza a labrarse una carrera como modelo en el mundo del porno, van y me desmontan el chiringuito. Hay que joderse…

Tuesday, November 23, 2004

¿Antes muerta? Dios te oiga, bonita

No soy el único niño que sabe mamarla en este país. Otros hasta ganan concursos de canto (o algo parecido) y bailes sicalípticos en televisión. ¿Qué creen los padres de esta niña que significa la palabra FURCIA?

Monday, November 22, 2004

Los barrios pijos son mejor para las felaciones

Falling in love again… Ay, Dios mío. Lo que te puede cambiar la vida de la noche a la mañana. De la noche a la mañana pasa uno de chuparle la polla a su padre a hacérselo a un rico heredero. Y os digo una cosa: en Juan Bravo se folla mejor. Vamos, que si hay que hay que mamarla, mejor hacerlo en el barrio de Salamanca. Como de aquí a Lima.

Friday, November 19, 2004

La Retorno, come-backs, regresos y mucho maquillaje

He tenido unos días bastante tormentosos. Como diría La Retorno, ha sido un auténtico Gólgota revival. La verdad es que estoy aprendiendo un montón de expresiones maricas con LaRetorno, porque, como ella dice, “un marica no es verdaderamente auténtico hasta que no se mueve y se expresa como un travestí de carretera. Antes puede ser un gay, o algo peor, un homo de ésos; pero marica, maricón-maricón auténtico, de los que suenan a bóveda, no puedes serlo hasta que te subes a un piano de cola y te sientes como Lili Marlène… ¡Pero como Lili Marlène con pito!”

La verdad es que estar con ella es casi como estar en la academia de Platón (en versión Arnold Bocklin), porque LaRe tiene ideas sobre todo; vamos tiene ideas para dar y tomar (ella las da y yo las tomo). Por ejemplo, coincide con otro Arnold (Toynbee) en una cosa: “Cariño, las personas son como las civilizaciones: nacen, se esclerotizan y mueren (o se transforman en fósiles vivientes)… Fíjate si no en Almodóvar”.

Además de pulirme un poco, La Retorno me está dando clases de estética. A saber: según ella, “los hombres que llevan anillo de sello están pidiendo a gritos una castración”.

–¿Química?

–Para nada, encanto. Física. Bien física.

O:

–¿Qué le pasa a esa señora en la cara?

–Nada, tesoro, es que no va maquillada. Ya aprenderás a distinguirlo.

Monday, November 15, 2004

Customiza tu ikurriña

-¿Pero se puede saber qué llevas puesto?

-Una ikurriña.

-¿En las bragas?

-Claro, es mi nuevo lema: ¡Customiza tu ikurriña!

-Hija mía, vas a acabar fatal…

Saturday, November 13, 2004

Un palestino (vivo o muerto) NO es un complemento

No sé por qué, pero hoy me he acordado de un viejo amiguito al que hace tiempo que ya no veo. Murió. Con tres años. De sobredosis. Natural, para aguantar a su madre –esclava de las mechas, de las pashminas (falsas), de las perlas y los twin-sets prelitziles– había que drogarse mucho. Hasta las cejas, vamos.

Su padre era del mismo carrete. Un botarate de la peor calaña (concejal de urbanismo, con eso está todo dicho), que llegaba a casa asfixiado perdido, con los pantalones de corte imperio mucho antes de que Cachuli los pusiera de moda, y una adicción al joyerío masculino –anillo de sello, esclava y medallón rociero–, que ríete tú de Agustín Pantoja (o Bravo; bueno, de Agustín Bravo es mejor no reírse: es una mala persona; si se cruza en tu camino, amable lector, límitate a escupirle).

Con un año y medio, Tito (Albertito) ya era yonki perdido. Con dos años, practicaba la prostitución de lujo bajo cuerda –en sentido literal, ya que se especializó en S/M, bondage, etcétera–, a los tres ya era no sé si un bonito cadáver, pero desde luego sí un fiambre de lo más decorativo. Tanto, que su madre, la adicta a las mechas, lo llevó al taller de un taxidermista para que lo convirtiese en un sujeta-puertas art-decó. Muy, muy decó, bien lo sabe Dios, ya que en sólo tres años de agitada vida, Tito había desplegado todas sus plumas al viento hasta dejar en mantillas a un pavo real en período de celo; es más, en período, porque a Tito sólo le faltaba tener la regla para ser Tita y encontrar su propio barón-mecenas-vegetal, con pinacoteca privada. Él se la hubiese fundido en menos de tres años, cuadro a cuadro y obra maestra a obra maestra. Seguro. Lo que por otra parte no hubiese estado nada mal: así nos habríamos ahorrado ese museo con paredes de estuco a las que sólo les falta el gotelé para ser la fantasía in extremis de un decorador dipsómano en pleno delirium tremens de resolí conquense (vestíbulo con retrato de Macarrón incluido; para mear y no echar gota).

Tito y yo éramos amantes, aunque por aquella época yo llamaba hacer el amor a lo que ahora llamaría un masaje (mi padre, por cierto, está últimamente de lo más pesado con lo del masaje prostático; ¿por qué no probará él con un extintor si tantas virtudes tiene?). En fin, el caso es que esta mañana he visto a la madre de Tito salir de la peluquería con las mechas recién puestas. Algo dantesco.

He cogido una jeringuilla que había por ahí (usada) y, fíjate qué casualidad más tonta, he tropezado no-sé-cómo (lo que me trae a la cabeza un dicho maravilloso de papá: "Es más tonto que un cepazo en un llano") y se la he clavado en toda la brenca del coño. Ahí mismo. “En tó lo arto”, como diría La Retorno. Con un poco de suerte, dentro de unos años terminará en el mismo hospital en el que Yaser Arafat entregó la cuchara. Pobrecita. Ella, que no soporta los palestinos como complemento.

Friday, November 12, 2004

Tuning extreme

Bueno, pues el novio de mi hermana ha resultado ser un pedazo de pan. Además, resulta que Gorka es muy hábil con las manos y lo mismo te cose un botón (o el dobladillo de la falda, porque mi hermana, aunque va de sex-symbol, es más bien de la escuela tapón-sexy, así que tiene que meterle a toda la ropa que se compra, como Marina Castaño, que mete, mete y remete), que te hace un pollo a la cazuela –su especialidad, según mi hermana, es la carne de caza; “Natural, hija mía”, replicó mi madre, que no está dispuesta a darle a este chico una oportunidad–, que te tunea el coche. Porque Gorka es súper, pero súper fan del tuning. Tuning extreme…

–…porque mi Gorka es un hombre de extremos, ¿verdad que sí, amor? Él no se conforma con ponerle un alerón al coche o una pegatina de esas con llamas. No, él no. Él, si personaliza un coche lo hace hasta las últimas consecuencias…

Mamá, que ante Gorka ha decidido adoptar la actitud de una matrona ancienne régime, ha levantado la vista de su labor de costura –aunque en realidad no sabe enhebrar una aguja–, y, enarcando una ceja, ha preguntado con un hilo de voz:

–¿Te refieres a un coche-bomba, querida?

Mi hermana, cegada de amor (y de otras sustancias que obtiene en el mercado negro), ha ignorado su comentario y continuado loando la virtudes de su Gorka:

–Bueno, y la decoración…

–¿De zulos? ¿Cuáles son las últimas tendencias? ¿Zaraza en los respiraderos?

Suspiro resignado de mi hermana.

–Y no sabes cómo es de coqueto. No es que sea metrosexual, Dios nos libre, pero sí se mira al espejo, ¿verdad, cariño-corazón-tesoro? Mi Gorka no se pone cualquier pasamontañas, ¿a que no, chiquitín?

Su Gorka, mientras tanto, parece una figura de cera escapada del servicio de un coche-cama. El pobre empieza a caerme bien.

Mamá, mientras tanto, sigue empeñada en indagar “si tu novio y sus amiguitos admiten peticiones, como en la radio”.

–Y vosotros, por un módico precio –la aguja se detiene en el aire por un momento, antes de regresar al bastidor–, al fin y al cabo somos casi de la familia, ¿no secuestraríais a una señora que está podrida de dinero y que, sin ningún género de duda, se merece todo lo que le pase… incluso Lo Peor?

Al final, a mi hermana no le ha quedado más remedio que saltar.

–¡Mamá, deja a la tía Zita en paz!

Thursday, November 11, 2004

La hora feliz

–Le digo que no puede ser, señora.

–Pero, ¿qué trabajo le cuesta?

El médico, con una batita en verde jade que deja entrever una mata de pelos que quedaría ideal en el canalillo de un zorro siberiano pero que en un representante de la Sanidad Pública queda francamente disuasorio, mira a mi madre de arriba abajo y luego, exhausto, baja los hombros como un hombre vencido (mamá suele provocar ese efecto en los hombres).

–Señora, no puedo darle el globo ocular de su hijo. Y mucho menos para que se haga usted un llavero.

–¡¿Pero… por qué no?! No sabe usted lo que es estar cuestionada las 24 horas del día por sus propios hijos. Son peor que sanguijuelas, son… Un llavero con el ojo de mi hijo me serviría para taparles la boca. Vamos, si eso no es amor de madre…

–Señora, al final del pasillo hay un gabinete de ayuda psicológica que podría prestarle la ayuda que necesita.

Ha sido como si un negro le pellizcase las tetas a mi tía Zita (“yo no soy racista, bien lo sabe Dios, pero no soporto a los negros ni a los gitanos; los chinos me dan asco –todo el día escupiendo–; los maricones, ni te cuento; los judíos, bueno, los judíos, con eso de que son todos ricos y están cargándose al morito-malo tienen un pasar…”).

–¿Qué está usted insinuando?

–Señora, huele usted a anís que tira de espaldas y me pide que le dé el ojo de su hijo en un bote que, habitualmente, sirve para los análisis de orina. ¿Qué quiere usted que piense? Me he limitado a sacar mis conclusiones.

–¿Y su madre? ¿Bien?

–No tengo la menor idea –ha replicado el médico, escupiendo parte de su desayuno (un felipón, con un trozo infinitesimal de croissant, ha descrito una decorativa parábola art-decó hasta aterrizar en la mejilla de mi madre–, hace años que no hablo con ella.

Mamá ha puesto los ojos en blanco y, levantando las manos al cielo en actitud doliente –un gesto copiado casi literalmente de Alla Nazimova en Comtesse Coquette–, ha exclamado:

–¿Qué clase de Sanidad es ésta en la que los médicos no se hablan con sus madres? ¿No sabe usted acaso que las madres sufrimos?

–Señora. Mi madre murió hace años.

Mi madre ha ajaponesado los ojos hasta convertirlos en dos navajazos sobre una máscara azteca.

–Sí, de septicemia. Apártese de mí, hijo de Baal.

–¡Llévense a esta loca de mi vista!

Al final, no me ha quedado más remedio que intervenir.

–Mamá, vámonos a la cafetería. Creo que es la hora feliz.

Wednesday, November 10, 2004

Por una nueva Inquisición

La Retorno está como gata sobre un tejado de zinc caliente. Muy, muy caliente. Al rojo vivo. Galvanizadita Martínez-Bordiú, vamos. Se sube por la paredes (con razón), se lima las uñas en los desconchones de escayola del techo (es lo que tiene la Sanidad pública), se pone de los nervios.

–Esto es para mear y no echar gota. Vamos, que se me cierran los esfínteres. Porque es lo que yo digo: me dan el alta y en mi primera salida no se me ocurre nada mejor que verle el culo a José María Pou. Qué horror. Qué drama. Qué fatiga, hijo mío.

La Retorno tuvo la infeliz idea “de ir a ver la versión de El rey Lear, de Calixto Bieito. Se supone que es de Shakespeare, pero no: es de Calixto Bieito. Ay, ay, ay, Calixto”.

Transcribo a continuación un simpático monólogo de La Retorno:

–Se supone que Lear se vuelve loca cuando las putas de sus hijas le hacen la vida imposible, o sea, más o menos por la mitad. Pues no: desde la primera escena el Pou-Pou, bigger than life, está más loco que una cabra; de hecho, tiene un look a lo cabra tibetana de lo más logrado; claro, es que Calixto hila finísimo a la hora de la metáfora visual, hijo-de-la-gran-puta. Bueno, se pone a partir un bizcocho (borracho, no me cabe la menor duda) y se lo restriega por la cara a sus hijas porque él es así, súper espontáneo. Aunque no sé que le pasa con la pequeña, que como se ha escapado de una función dominical de la parroquia (evangelista), pasa total del padre y de todo; la pobre, además, lleva unas botas que justificarían un juicio sumarísimo al diseñador de vestuario, que es muy furry: ya sabes, vuelve la furry… Pero a lo bestia. Luego, sin que venga a cuento, se pone a llover. Y llueve, y llueve, y llueve… Y entonces la Pou-Pou se vuelve loca y se queda en bolas. Se supone que es muy dramático. (Pausa) Y lo es, cariño. Súper dramatico. Esas carnes tolendas… Ay, es que no puedo. Desde entonces tengo pesadillas, te lo juro. Un drama. Además hay un diyéi/chulángano a quien podrías abofetear desde el primer al último minuto –y te garantizo que cada minuto de esa función dura como si fuese una hora (o varias)–, que, en medio de esa escena, se queda también en bolas, pero allí, en lontananza. Enseñando cacha, pero como fino, ¿sabes? Y tan fino… Se ve que no tendrá el rabo como para enseñarlo (ya sabes, de la escuela boli-bic) o será el novio de alguien –yo me inclino más por esto último–, porque hay otro actor que también se queda como Dios, o algún becario adicto a la artesanía y el poppers, lo trajo al mundo. ¿Por qué? Pues yo qué sé. Por lo que se ve a Calixto le pone la carne en barra, si no, es que no me lo explico. Poyas, poyas, poyas y carnes tolendas. Y todos, además, gordísimos. Pero gordísimos. No sabes. Dantesco. Pero literal. Algún alma caritativa debería cincelar en ese dintel: “Los que entráis aquí, abandonad toda esperanza”. No sabes lo que fue eso. No sabes… Alguien debería hacer algo con los directores de escena creativos. Yo fui a ver El rey Lear y me encuentro con una mezcla del león marica de El mago de Oz y Roddy. Sólo faltaba Mari Carmen, vamos. Aunque, claro, cerca había muchas tabernas, así que es francamente improbable que Mari Carmen llegase al teatro. Hay que acabar de una vez por todas con la cultura, coño. Sobre todo con la cultura contemporánea.

–¿Y se te ocurre algo?

–Pues no sé. Un campo de exterminio. Una nueva cámara de gas. ¡ALGO! Es que, por mucho menos, en la Rusia zarista te arrancaban la piel a tiras para que Catalina la Grande se hiciese un monedero con ella. Por Dios, qué vuelva Ivan El Terrible. O Savonarola. O alguien.

–O sea, que Calixto Bieito…

–¡A la hoguera con él!

Y yo me pregunto: ¿tendrá Calixto Bieito pezones? Y: ¿los echará mucho de menos si alguien, una estetitienne con cataratas pongamos por caso, se los arranca con un cortaúñas?

Friday, November 05, 2004

Forajida de leyenda

Mi hermana lo ha logrado. Al fin es una fuera de la ley. Una forajida en toda regla. Una outsider. Carne de presidio. Y todo, gracias al amor. Ay, el amor…

-Os presento a mi novio. ¿A que es divino? Se llama Gorka y trabaja en una fábrica de fuegos artificiales o algo parecido, ¿verdad? ¿O era en una mina? No sé. Algo de pólvora y explosivos -la cara de mamá empieza a distorsionarse un poco-, si no recuerdo mal. ¿No os parece guapísimo? -me temo que a mamá no se lo parece-. Y tiene una colección de pasamontañas que no os quiero ni contar. Claro, como es del País Vasco-perdón-Euskadi, y allí hace tanto frío. Natural, ¿no? -la cara de mamá ya es un poema en prosa (algo épico tipo La chanson de Roland)-. Gorka, ven aquí, no seas así. Es que es súper tímido, ¿sabéis? Por eso, en cuanto intento presentarle a alguna de mis amigas sale pitando. Y no creáis que luego es fácil encontrarle, porque cambia de piso como de camisa. Bueno, de camisa no, porque siempre tiene la misma: de franela, con esos cuadros y esas pelotillas… Es que no lo entiendo. ¿Cómo teniendo tantos pasamontañas tiene tan pocas camisas? Pero a mí de da igual, porque estoy loquita por él.

La cara de mamá es ya un soneto, un poema macabro, la danza de la muerte.

-Pero, hija mía, ¿CÓMO se te ocurre?

-Es que, mamá, no sabes cómo folla…

Ya lo dice mi tía Zita: la raíz de todos los males está en la entrepierna. También es verdad que suele añadir: “¿Y tú por qué no te cortas la colita y te apuntas a una escolanía?”, pero esta segunda parte prefiero no tenérsela en cuenta.

Thursday, November 04, 2004

El presidente Bush y su polla: una conjetura (gracias a mi tía Zita, que para eso de los parecidos es súper infalible)

Mi tía Zita ha acudido esta mañana al hospital para intentar limar diferencias con mamá. Al final, se ha limado las uñas sobre el moño de mamá. La demanda sigue viento en popa. Yo he intentado hacerla entrar en razón, pero no me ha dejado meter baza. Creo que esta mañana se ha pasado con el agüita del Carmen:

-Pues yo qué quieres que te diga. A mí ese señor no me ha hecho nada. ¿Qué se ha inventado una guerra? Pues ya ves tú… Ni que fuese el único. Si la gente no fuese tan analfabeta y tuviese un poco de memoria histórica, sabría que no es el primer gobernante, ni desde luego el último, que lo hace. Ya ves tú. Respeto a lo del otro, el prognato… Ya me dirás tú cuál es la diferencia. Y -un indigente interrumpe este hermoso monólogo de sabiduría arcana- usted, señor pobre, ¿qué quiere? Le advierto que yo no tengo conciencia social y no voy a darle un céntimo para sufragar sus vicios, que será muchos y muy depravados, tal y como delata su piel, necrosada hasta límites sólo imaginables en un fósforo. ¿Que no encuentra trabajo? ¿Que está viviendo debajo de un puente? No me extraña. No pensará que ningún empresario iba a aceptarle con semejante aspecto. Sí, sí, sí, ya sé que la dipsomanía es una enfermedad, pero la halitosis también lo es y eso, obviamente, no es óbice para que usted me eche su mefítico aliento a la cara -el homeless se marcha, con el rabo entre las piernas y una colonia de parásitos de lo más industriosos más o menos en el mismo sitio-. ¿Por dónde iba? Ah, sí. Mira. Yo, si me preguntas, te diré que estoy contentísima de que haya ganado el señor ese de la nariz roja. ¿Cómo habías dicho que se llamaba? Ah, pero míralo. Es clavadito, clavadito, clavadito a tu tío Alberto*, que en paz descanse -el mendigo vuelve a acercarse, mano petitoria en ristre-. ¡Y usted, señor menesteroso, haga el favor de alejarse o llamo a la policía! Hay que ver, cómo está esta ciudad. Es neomedieval. ¡Pero si es que parece París!

En este punto interviene una voluntaria, enferma de consunción, que trae un lazo rojo entre las uñas (un palimpsesto de esmalte que deja los iconos bizantinos a la altura de una zapatilla rusa; o sea, todo muy soviético):

-¿Un lacito contra el sida?

-Haga usted el favor de apartar eso de mí. Si Dios les ha enviado una lacra a los maricones, por algo será. ¿No estás de acuerdo, niño?

Desafortunadamente, mi tía Zita no ha vuelto la cabeza en ese momento. Si lo hubiese hecho, estoy seguro de que se hubiese convertido en estatua de sal. Una pena.

*[Según una leyenda apócrifa, mi tío Alberto tenía pollón. ¿Será el caso del presidente Bush?]

Wednesday, November 03, 2004

Frenesí

Al final, tal y como pronosticaron los médicos, mi hermano perdió el ojo. Mi hermana, que es súper trendy-girl-cool-fashion-victim, le ha regalado un parche Burberry's (fake, claro). Mi hermano está encantado. Ya ha ideado un número nuevo para su espectáculo (despedidas de soltera & despedidas de soltero & despedidas en general & raboterapia), una especie de coreografía con reminiscencias de Balanchine pasado por Algete, en la que él, disfrazado de pirata, hace un desnudo integral hasta terminar por el parche y un ojo de cristal (barato) que arrojará al público previo paso por su esfínter. Muy fino.

La idea surgió de una historia familiar que no viene al caso. Sólo diré que cuando nuestro tatarabuelo, por parte de padre, oía la expresión Los Últimos de Filipinas se le ponían los pelos como escarpias antes de estallar en una escalofriante carcajada de risa histérica. Una cosa.

Mamá está desolada, no tanto por el Gólgota ocular de su vástago como por la posibilidad de perder sus ahorros a manos de los abogados de mi tía. No está dispuesta a renunciar a su prometida liposucción y ha agilizado los trámites para internarse en una clínica privada con carácter URGENTE. Quiere ser la sucesora de Norma Duval, pero con varices. Esclava de su pelvis o, como ella dice, "de cadera ancha". Inabarcable.

Papá, con tanto vaivén judicial, está imposible. Sus hemorroides, de origen a todas luces nervioso, están en su punto álgido. O sea, a punto de estallar. Un Heidelberg sanguinolento. Cada vez que le veo venir anadeando por el pasillo, con esa expresión inconfundible de inenarrable perversidad –una expresión muy parecida a la que pone cuando caga–, me encierro en el cuarto de baño y finjo un súbito ataque del mal de Chagas. Afortunadamente, como papá es analfabeto no puede saber que se trata de un mal endémico en Brasil pero prácticamente inédito en España.

De lo de mi hermana (lo del homicidio de la pobre doña Asun) no sabemos nada. Ha surgido, prácticamente de la nada -bueno, en realidad de Suiza, que es casi como si fuese de la nada-, un sobrino que reclama la herencia y que tiene a mi hermana de lo más amenazada. Pero ella, como es tan narcisista -“yo es que soy súper positiva, ¿sabes?”; una polla como una olla, guapa: tú lo que eres es una ególatra nata, tía-, está encantada. “Me ha salido un fan. No sabes… Está súper obsesionado conmigo”. ¿Ésta? Ésta es capaz de tirárselo.

Y Dovima, la pobre, creo que está al borde del abismo. Siempre ha sido un poco taciturna, pero como es una tortuga, nunca me había preocupado que fuese de hermética. Pero es que últimamente no saca la cabeza de su caparazón. Está todo el santo día a su bola, pasa de todo y, cuando asoma los morros, pone una expresión tan acongojada que me rompe el corazón (Dovima es el único miembro de mi familia que me llevaría a una isla desierta). Para mí que necesita un poco de frotamiento.

-Sexo, sexo, sexo… -se quejó el otro día mi madre en el Hospital-. ¿Es que no sabes hablar de otra cosa?

-Es normal, señora -me defendió La Retorno-. Tiene cinco años; está en plena fase anal.

-Seis -repliqué.

-En ese caso, guapo, ya va siendo hora de que pases a la acción. Abandona lo anal. Hoy, lo que se lleva, es lo nasal.

-¿Lo nasal?

Mamá ha puesto cara de espanto.

-Hijo mío, por Dios. ¿No irás a hacerte camello?

A La Retorno y a mí nos ha dado un ataque de risa, aunque confieso que no sé de lo que me reía. Pero seguro que era muy gracioso.